Acuario de París

El acuario de París (también llamado Cinéaqua) es un espectáculo marino de categoría mundial. Es uno de los acuarios más antiguos del mundo (fue construido en 1867) y alberga a más de 10.000 criaturas que consideran sus profundidades como su hogar. Ofrece espectáculos de sirenas, un cine acuático y un estanque de tiburones lleno de estos depredadores. Visitarlo es una fantástica manera de añadir una dimensión azul y profunda a tu viaje al centro de París.
El acuario de París encarna la pasión por la exploración científica de finales del siglo XIX. Toda ciudad importante tenía que tener un acuario, y siendo París la referencia urbana en Europa, el suyo tenía que ser el mejor. Con una decoración que parece recién sacada de Vente mil leguas de viaje submarino , la obra de Julio Verne, este particular acuario es tan rico en historia como en vida acuática.
10.000 peces nadan en 4 millones de litros de agua, sus acuarios albergan vida acuática procedente tanto de remotas tierras tropicales como de otras más cercanas a nosotros. De hecho, la primera sección está llena de carpas, esturiones y gobios que nadan en una recreación del vecino Sena.
Las recreaciones de los océanos de Tahiti y Nueva Caledonia están llenas de peces multicolores: los peces ángel, peces payaso y peces ballesta se colocan en posición, mientras se precipitan entre las rocas y los corales. La escala es impresionante, no es sorprendente que este fuese en su momento uno de los acuarios más grandes de Europa.
Pero las estrellas absolutas son, no obstante, los tiburones. Cuatro especies de estos depredadores de las profundidades provocan sistemáticamente los chillidos de los más pequeños, y las risas nerviosas de todos los demás.
El acuario también cuenta con dos grandes pantallas que muestran documentales acuáticos así como con una pecera de contacto en la que los niños pueden colocar sus manos sobre resbaladizos peces ornamentales. También se puede ver en directo como se da de comer a los animales.
Al final de tu visita accederás a una de las más bellas partes de la ciudad. La Torre Eiffel a un lado, los Campos Elíseos a tu espalda, y la ciudad entera al alcance de tus manos. En marcha, ¡hay más cosas que ver!